Después de varios rumores y una oferta oficial por parte del empresario de origen sudafricano, Elon Musk, finalmente se ha confirmado la operación comercial. La compra de Twitter se ha hecho efectiva por un valor total de 44.000 millones de dólares.
Precedentes de la compra
Antes de que la compra haya podido ser una realidad, se han tenido que dar las situaciones adecuadas para ello.
Todo comenzó con la copra hace unas 3 semanas de, 9,2% de las acciones por parte de Elon Musk.
En una operación de 2.900 millones de dólares, el empresario demostró un claro interés por la red social, aunque en ese momento todavía no estaba claro hasta dónde quería llegar con todo ello.
El hecho de que al poco tiempo indicara su rechazo a formar parte de la Junta Directiva dio mejores pistas sobre sus intenciones. Al no formar parte de ella, significaba que tenía la opción legal, como socio mayoritario, de hacer una oferta de compra por la plataforma.
Tras unos días de incertidumbre, en los que precisamente los inversores apostaban por la venta de la red social al empresario, finalmente Elon Musk hizo la oferta. No ha tardado mucho en responder la plataforma (a través lógicamente de sus hasta entonces dueños) y la respuesta ha sido “sí, quiero”.
¿Qué ha comprado realmente Elon Musk?
Elon Musk siempre ha sido un ferviente usuario de la red social, hasta el punto de que algunas de sus publicaciones, en un perfil con más de 84 millones de usuarios antes de la venta, provocaban cambios en las bolsas de todos los países.
Twitter fue creado en el año 2006 y, tras un proceso de depuración hace unos pocos años, ha conseguido solventar una crisis que por poco la hace desaparecer.
Hoy en día tiene más de 400 millones de usuarios y es una de las redes sociales más activas en muchos casos, aunque a años luz de cifras como las que publica Facebook, con unos 3.000 millones de usuarios.
El hecho de que plataformas como Snapchat, Pinterst, TikTok o Instagram tengan más usuarios que Twitter, para Elon Musk siempre ha significado que la red social está desaprovechada.
Por lo que su compra implica que tiene entre sus manos un desarrollo digital con un potencial que solo el visionario empresario es capaz de ver, como sucede con otros de sus proyectos como la electrificación del automovilismo o los viajes a Marte.